La vida, anécdotas y estupideces de un creativo mexicano, con el ego de un argentino, que cocina pasta italiana, tiene un coche gringo, un radio japonés y que ama la música francesa. (Este espacio azul está muy grande y ya no se que escribir para llenarlo).



Crónicas vampíricas 1



Su voz...

No lo comprendí en ese momento, renacieron mis sentidos y sólo podía escucharla.
Sabía que había dado mi vida por ella, quería hacerlo, era la única opción, su vida se extinguía cada día, lenta y dolorosamente sin remedio.

Las cajas, el olor a podrido y el chillido de las ratas desaparecieron en mi agonía. Los ladridos y los pasos son más claros y distantes.

Fué hace mucho, pero los recuerdos en estas malditas noches me atacan como ventanas a punto de estrellarse...

Su voz...

Caminé por el muelle, cuando le encontrara, "eso" me daría la solución entre las cajas y desperdicios, sin saber por qué, yo no opondría resistencia. Un poco de dolor, frío, angustia tal vez, pero ella... su voz... no volvería a sufrir.

Lo presentí...

No quise levantar la cara y verlo, de haberlo hecho, tal vez hubiera echado a correr como un cobarde. Cuando me atacó, cerré los ojos, imaginando que pronto volvería con ella, a sus brazos, a su cuerpo, a su voz...

Así, en total rendición: di mi vida y mi alma, mi corazón se quedó con ella.

Al renacer, la chatarra se tornó lúcida, comprendí desde ese momento que jamás volvería a percibir las cosas de la misma manera.

Tampoco su voz...

Como animal herido me arrastré hacia el hogar. Ella descansaba.

Desde la ventana la miré con mis nuevos ojos y con el mismo corazón que había dejado de latir por ella. Podía -sin embargo-, percibir su respiración a través de los cristales, su olor y su piel desde la lluvia que golpeaba lo que ahora soy.
Entré a la habitación donde el único reflejo era el de su piel enferma, carcomido por el virus blasfemo de la muerte.

Sin decir nada, la tomé en mis brazos y exploré su cuerpo como la primera vez -siempre como la primera vez-, e hicimos el amor hasta que la noche comenzó a marcharse.

NO PUDE HACERLO. Me rogó que lo hiciera, por ella, por nosotros, por una eternidad juntos... Y NO PUDE.

Ahora yo era la bestia, al mirar su fragilidad comprendí que la muerte no era una blasfemia, noche que precede a un día más claro.

Puse fin a su sufrimiento con mis propias manos.

Pero en noches como esta, en estas malditas noches, solo escucho su voz...

Su voz...

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posted by Nacho @ 5:02 p.m.,

5 Comments:

At 12:18 p.m., Blogger León said...

wow chief esta muy padre así podrías empezar la película, la tumba despertando y narrando la noche en que la mato, la lluvia la ventana, hace correr mi imaginación al 100 esta muy chida, tu lo escribiste?

 
At 12:57 p.m., Blogger Nacho said...

León: Si DR. la escribí en el 99, pero una amiga me pidió que posteara algo de lo que había escrito (no poesía), así que lo puse, gracias por comentar, que bueno que te gustó.

Humanware: Creo que la respuesta anterior puede despejar tus dudas... También te deseo una excelente semana.

P.D, Gracias por comentar.

 
At 4:58 p.m., Blogger DALUOCE said...

me hacia falta leer algo así de plano somos primos

 
At 12:00 a.m., Anonymous Anónimo said...

recuerdo esas noches donde la unica compañia es la luna. fria y sola. tan distante y tan serena. la peor compañia para una noche de soledad... o la mejor.

y la unica voz que se escucha es la suya... que dolorosa la soledad de la eternidad. yo tambien la escucho. no dice nada, solo llora sobre nuestros hombros. que es peor que sentirse solo dentro de la compañia, estar rodeado de miles y sentir el viento frigido del olvido...

 
At 2:14 a.m., Blogger María said...

Las voces, los olores... nos perseguirán siempre
como la culpa por no haber hecho __________ en pos de "una eternidad juntos" que en realidad es culpa por no haber creído en eso de "la eternidad juntos".
Wow. ¿hay más?

 

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